Federico Sturzenegger salió con los tapones de punta para frenar los rumores más picantes sobre la reforma laboral que prepara el Gobierno. En medio del revuelo por supuestas jornadas de 13 horas, el ministro de Desregulación fue tajante: “Eso no tiene ningún asidero, nunca se discutió”. Y aprovechó para defender el proyecto que, según él, busca sacar al país de una década sin creación de empleo formal y con la mitad de los trabajadores en negro.
El funcionario aseguró que el sistema actual está podrido de “peajes y mordidas” que encarecen el trabajo legal: juicios, sindicatos, cámaras y un sinfín de trabas que –según sus palabras– hacen que “cada relación laboral arranque cien mil pesos abajo”. Prometió que la desregulación traerá aire fresco, sobre todo para las pymes asfixiadas por los costos y las regulaciones.
Sturzenegger también aclaró que la reforma no recorta vacaciones ni derechos, y que el verdadero objetivo es formalizar el empleo y actualizar un sistema que se quedó en el siglo pasado. “Queremos que las empresas contraten sin miedo”, dijo. El ministro ya puso en marcha la cuenta regresiva: el proyecto será debatido en el Congreso en las próximas semanas.