Como si se tratara de un pariente lejano al que sólo visitan para soplar las velitas, Claraz entra en la agenda municipal justo a tiempo para su cumpleaños número 116. De golpe y por arte de magia, llegan obras, servicios y hasta una forestación “planeada”, en lo que parece más una escenografía armada para la foto que una política sostenida. Porque claro, durante el año, si algo le falta a Claraz, es precisamente presencia municipal.
Desde la compra de un tractor hasta el recambio de luminarias, pasando por una bomba de agua y un par de carteles nuevos, la gestión de Arturo Rojas despliega todo su arsenal de última hora para justificar la torta. El delegado local, Facundo Iglesias, es presentado como un héroe de historieta, mientras que las obras, más que avances, parecen parches hechos a las corridas antes del brindis. “Claraz avanza”, dicen, aunque la mayoría del año lo hacen en silencio… y por ripio.
Incluso se habla de cámaras de seguridad y programas ambientales como si estuviéramos ante una transformación histórica, cuando la realidad es que muchas de estas acciones podrían haberse hecho en cualquier otro mes del año. Pero no: es julio, hay globos, y eso lo cambia todo. Porque si algo sabe hacer este municipio, es aparecer justo a tiempo para la foto y desaparecer cuando toca barrer la plaza.