La provincia de Corrientes vivió una elección que dejó a un claro ganador. Gustavo Valdés, el gobernador radical, no solo plebiscitó su gestión, sino que puso a su hermano en la cima con más de 30 puntos de ventaja. Una victoria de manual. Mientras tanto, La Libertad Avanza decidió jugarla de “marca pura” y terminó en el cuarto puesto, menos de 10% y un cachetazo que duele a días de enfrentar su examen más difícil en la provincia de Buenos Aires.
El supuesto “violeta imbatible” se transformó en un color desteñido. El experimento de Eduardo “Lule” Menem fue un tiro en el pie: romper con aliados provinciales, empujar a Lisandro Almirón como candidato y esperar milagros. El resultado fue el opuesto: ni votos, ni alianzas, ni festejos. El peronismo, con su magro 20%, al menos rescató un segundo lugar que le permitió mostrarse como oposición real, mientras los libertarios se hundieron en la irrelevancia.
Los analistas fueron implacables: Valdés salió fortalecido y los libertarios, debilitados. La jugada de ir “solos contra todos” les salió cara y dejó al oficialismo nacional con cara de pocos amigos. Lo que iba a ser un trampolín a la “madre de todas las batallas” en Buenos Aires, terminó siendo un baldazo de agua fría. Los libertarios prometieron pintar el país de violeta… pero en Corrientes eso no se vio.