El intendente Arturo Rojas volvió a salir en cadena local a presumir un “operativo histórico”: asegura que una decena de motoniveladoras recorren Necochea y Quequén, dejando calles impecables. Pero basta con salir a caminar para descubrir la verdadera postal: pozos por todas partes, barro hasta las rodillas y vecinos esquivando cráteres como si vivieran en la superficie de la Luna. Las máquinas, en cambio, parecen invisibles.
El municipio vende el relato de que se están repasando avenidas, alteando calles y experimentando con “nuevos materiales más resistentes”. Sin embargo, lo único resistente es la paciencia de los vecinos que llevan años escuchando las mismas promesas recicladas. Mientras en los papeles figuran repasos en decenas de cuadras, en la vida real los autos se rompen, las bicicletas se hunden y los peatones rezan para no torcerse un tobillo en la primera zanja.
Lo más irónico es que todo esto se presenta como una “decisión política” del intendente, justo cuando las elecciones se acercan. El humo de campaña se mezcla con el polvo de las calles de tierra y el resultado es siempre el mismo: propaganda oficial para la foto, calles hechas trizas para los vecinos. En Necochea, los pozos son tan eternos como las promesas de Rojas.