Fernando Gago ya caminaba por la cornisa en Boca Juniors, pero tras el papelón contra River, Juan Román Riquelme no dudó: puerta y afuera. La humillante eliminación de la Libertadores había encendido la mecha y el Superclásico fue el golpe de gracia para el sexto técnico que no pudo sobrevivir al látigo del ídolo xeneize.
Según fuentes cercanas, Riquelme tenía varias cuentas pendientes con Gago. Primero, no le perdonó la cobarde táctica con línea de cinco ante River, entregando la cancha y el alma. Segundo, la vergonzosa caída en penales contra Alianza Lima dejó al club afuera de todo torneo internacional, una mancha imperdonable. Tercero, el equipo nunca jugó a nada: más allá de algunos triunfos aislados, Boca se arrastraba sin rumbo. Y por último, el vestuario hervía: jugadores desconformes, gestos de bronca en público y grietas internas que terminaron de dinamitar la relación.
Román, que ya había perdido la paciencia después de la Libertadores, solo aguantó porque no quería otro escándalo mediático. Pero tras la humillación en el Monumental, no hubo vuelta atrás: Gago pasó de ser la apuesta personal de Riquelme a otro nombre en la larga lista de fracasos que Boca quiere olvidar… rápido.