El Gobierno abrió la canilla con un cupo de USD 7.000 millones en exportaciones de granos sin retenciones y, como en un “Black Friday del agro”, los grandes jugadores se llevaron todo en apenas 72 horas. El resultado: productores chicos afuera, bronca generalizada y la sospecha de que los exportadores hicieron negocio rápido mientras el campo quedó mirando desde la tranquera.
Lo curioso es que, detrás de la fiesta, hay más preguntas que certezas. Estados Unidos ya levantó la ceja porque su soja no puede salir por la pelea de Trump con China, mientras Argentina inundó el mercado con oferta a precio rebajado. En medio de ese terremoto, los precios se desplomaron: lo que el martes se pagaba USD 362 por tonelada, el jueves ya no encontraba comprador.
Los analistas hablan de “Puerta 12” económica: todos quisieron vender al mismo tiempo, el beneficio se evaporó y ahora la mayoría tendrá que aceptar un valor más bajo. Para colmo, muchos exportadores declararon ventas de granos que todavía ni compraron. En criollo: prometieron al mundo lo que todavía no tienen en el silo, y cuando lo compren, seguramente lo pagarán mucho menos de lo que valía hace apenas unos días.