En un encuentro cargado de reclamos y promesas, el delegado de Quequén, Mario Wilgenhoff, se sentó cara a cara con los popes de la Usina Popular Cooperativa para encarar una verdad que ya no se puede maquillar: hay barrios que siguen a oscuras. La reunión, celebrada en la Delegación Municipal, sirvió para exponer la lista negra de zonas con faroles fundidos, columnas olvidadas y vecinos cansados de vivir en penumbras.
Wilgenhoff, con tono diplomático pero firme, les dejó claro que en Quequén la paciencia se agota y que las quejas no paran de llegar. Según declaró, hubo buena voluntad por parte de la UPC para escuchar y tomar nota de los puntos más críticos. “La idea es que esto se solucione antes de que nos iluminen solo con linternas y chistes”, habría dicho, medio en serio, medio en broma.
Mientras tanto, se habla de una inversión municipal en marcha para reemplazar viejas luminarias de mercurio y sodio por tecnología LED. ¿La promesa? Más luz, menos gasto y una ciudad que deje de parecer una escena de película de terror. Ahora queda por ver si las palabras se transforman en focos encendidos o si todo quedará en promesas brillantes… pero sin enchufe.