“Puerta al infierno: el argentino que sobrevivió al ataque de Hamas y aún no puede dormir”

Dos años después de la pesadilla, Sergio Kohan todavía se despierta sobresaltado por el sonido de los disparos que alguna vez atravesaron su casa en el kibutz Ein Hashlosha, al sur de Israel. “Todavía tengo miedo y no duermo por las noches”, confiesa. Aquella mañana del 7 de octubre de 2023, cuando los terroristas de Hamas irrumpieron en su comunidad, el cuarto blindado de su hogar fue lo único que separó a su familia de una muerte segura. Tres hombres armados entraron riéndose a su casa; él, su esposa y sus dos hijos permanecieron en silencio, conteniendo la respiración detrás de una puerta que se convirtió en su frontera entre la vida y la muerte.

Tras sobrevivir al ataque, los Kohan emprendieron un éxodo interno: seis meses en un hotel en Eilat, tratando de recomponer lo que quedaba de sus vidas. Sergio, para no enloquecer, pidió trabajar en la lavandería del hotel, doblando toallas como terapia para olvidar los gritos y las explosiones. Su esposa, maestra del kibutz, reorganizó las clases de los chicos entre los pasillos del alojamiento, mientras su hija Mía, de apenas 18 años, relataba en redes sociales la brutal irrupción de los terroristas que destruyeron todo lo que encontraron. Hoy, Mía sirve en el ejército israelí y fotografía el regreso de los soldados desde Gaza. Una ironía cruel: la chica que escapó del horror ahora documenta la guerra desde dentro.

Recién hace dos meses la familia volvió a su casa. Las paredes están restauradas, pero las heridas siguen abiertas. “Antes solo cuatro familias del kibutz tenían permiso para portar armas. Ahora son sesenta”, cuenta Sergio con resignación. Vive rodeado de militares, con el mismo miedo de siempre, aunque intenta retomar su rutina en la fábrica de encuadernaciones. Cada noche, cuando el silencio cae, ese mismo silencio que una vez lo salvó, vuelve a escucharlo. Y con él, la certeza de que en el sur de Israel, el terror nunca se fue del todo.