Un sacudón judicial estremece a Necochea: tres policías, antes acusados de “torturas seguidas de muerte” por el caso de Michel “Noa” Suárez, salieron caminando libres gracias a un fallo de Casación que bajó la calificación a simples “vejaciones”. La decisión, que reduce las penas de perpetua a un máximo de cinco años, generó bronca y sospechas entre familiares y organizaciones de derechos humanos que ven en el fallo un guiño de impunidad para las fuerzas de seguridad.
La abogada de la familia, Rosario Fernández, no se guardó nada: “Si son policías, libertad. Todo es muy suspicaz”, disparó con crudeza. Sus palabras apuntaron también a la Fiscalía, que acompañó el pedido de excarcelación, cerrando filas en una resolución que muchos consideran un retroceso histórico en la lucha contra la violencia institucional. Para Fernández, lo que se aplicó fue un “derecho penal del autor” y no de acto, un mecanismo que protege a los responsables antes que a la víctima.
Mientras los defensores de los uniformados celebran la excarcelación, la familia Suárez prepara un recurso ante la Suprema Corte bonaerense y colectivos locales anuncian nuevas acciones. La sensación en las calles es de bronca: un caso emblemático de abuso policial se transforma en un ejemplo brutal de cómo la justicia puede, con un par de firmas, cambiar torturas mortales por un “simple maltrato” y dejar en libertad a los responsables.