En un operativo con más acción que una serie de Netflix, la Policía de Necochea desmanteló una banda de motociclistas que tenía la ciudad de rehén con “cortes” ilegales, maniobras suicidas y hasta amenazas con armas de fuego. El despliegue incluyó 15 allanamientos simultáneos al estilo comando en barrios de Necochea y Quequén, y terminó con seis detenidos, una pila de motos secuestradas, drogas y más fierros que en un taller clandestino.
La investigación arrancó el 13 de abril, cuando los vecinos ya no sabían si dormían en sus casas o en la pista de un circo criminal. Gracias a las cámaras del COM y a tareas de inteligencia, se les siguió el rastro hasta poder armar el rompecabezas completo. Coordinado por el fiscal Carlos Larrarte, el megaoperativo terminó siendo un golpe quirúrgico: motos listas para hacer destrezas, armas de fuego listas para el desastre, y sustancias que levantaban más que las ruedas de sus motos.
Ahora, con los seis “pilotos” tras las rejas y la causa judicial en plena marcha, las autoridades celebran el éxito y prometen ir por más. Mientras tanto, en los barrios reina el alivio… y el silencio. Porque por fin, las calles dejaron de ser una pasarela para matarse en dos ruedas y volvieron a ser lo que siempre debieron ser: lugares para vivir, no para correr una guerra ilegal motorizada.