En una reunión que tuvo más de procesión que de política, el peronismo encendió las velas para su santa patrona: Cristina Kirchner. En la sede nacional del PJ, figuras como Kicillof, Massa y Máximo se sentaron a delinear el “plan unidad” bajo la consigna “Cristina Libre”, una estrategia que mezcla victimismo judicial con desesperación electoral. La expresidenta cumple arresto domiciliario, pero eso no impidió que su figura eclipsara la discusión de listas, ideas o futuro. Todo gira en torno a ella, como siempre.
Con la excusa de un congreso partidario que se celebrará el 5 de julio, intendentes, diputados, senadores y hasta los satélites menores del peronismo se pusieron en fila para demostrar lealtad. De hablar de propuestas, poco y nada. De Cristina, todo. “La unidad es para defender a Cristina”, repiten como mantra, sin mencionar la inflación, la pobreza o el derrumbe institucional que el país arrastra desde su gestión. Lo que se cocina es un frente de emergencia, una alianza desesperada con aroma a déjà vu y sin plan concreto, más allá del “aguante”.
En este show político-religioso, el PJ muestra su peor cara: un partido sin renovación, atado al destino judicial de una sola persona. Mientras tanto, los argentinos esperan soluciones, pero reciben un Congreso partidario donde la prioridad es liberar a Cristina, no al país del desastre.