En un movimiento que sacudió a todo el arco político local, el Ejecutivo de Necochea pidió al Concejo Deliberante que apruebe un paquete explosivo: la convalidación de cuatro acuerdos firmados con la empresa RELISA que no solo reescriben la relación con la concesionaria de residuos, sino que también comprometen el Presupuesto 2026… y los que vengan. El proyecto autoriza al intendente a modificar cuentas, reorganizar pagos y seguir firmando diferimientos sobre una deuda consolidada de $948 millones más intereses, una mochila que podría pesar durante años sobre las finanzas municipales.
El expediente, que llegó sin escalas a la Comisión Parlamentaria, dejó a más de un concejal mirando de reojo. Los documentos abarcan una década de idas y vueltas, pero lo más jugoso está en el tramo reciente: acuerdos transaccionales, obras exigidas, terrenos cedidos y una sucesión de prorrogas que patearon los pagos casi dos años enteros. Mientras el Ejecutivo asegura que todo esto fue “lo más conveniente” en medio de la crisis, el trasfondo es otro: cualquier decisión que tome el Concejo ahora condicionará el margen de maniobra del próximo gobierno y comprometerá recursos que aún no existen.
Lo que se apruebe no será un trámite administrativo, sino la llave que define cómo se financiará el sistema de higiene urbana, cuánto costará mantenerlo y hasta dónde podrá decidir —o no— el Municipio en los próximos años. RELISA, el servicio esencial, el equilibrio ambiental, el rol del Concejo como contralor y el futuro de las cuentas públicas se cruzan en un expediente que puede cambiar el rumbo de Necochea. Y esta vez, nadie quiere quedarse con la responsabilidad de haber firmado un cheque al portador.