Un secuestro de película sacudió el puerto de Mar del Plata y dejó más preguntas que respuestas. Dos marineros chinos fueron levantados en plena calle por una camioneta blanca, liberados apenas tres horas después… y todo quedó grabado en glorioso 4K. ¿Secuestro exprés? ¿Un paseo sin GPS? Nada de eso: la Justicia sospecha que detrás del show hay un guion mafioso, con actores de Prefectura cobrando coimas y un empresario chino con más rubros que un shopping.
El presunto capo —que a los 28 años maneja una verdulería, un restaurante y hasta un bazar— habría querido mandar un mensaje. No a los dos que se llevó, sino a un tercero, otro marinero, que le debía una montaña de dólares. Cuando fue a buscarlo, ya estaba en otro barco rumbo a África. ¿Casualidad? Ni en sueños. Los investigadores creen que el secuestro fue una advertencia, una firma silenciosa de las nuevas generaciones de la mafia china, ahora dedicada al préstamo usurero, los casinos clandestinos y, por si fuera poco, la metanfetamina.
Mientras el fiscal Eyherabide intenta desenterrar la verdad en un mar de silencios, lo cierto es que los tentáculos de las tríadas se sienten cada vez más cómodos en Argentina. No hay tiroteos a supermercados, pero sí cadáveres en veredas, extorsiones sin denuncia y una usura que no entiende de fronteras ni de idiomas. La mafia ya no golpea la puerta: te llama, te espera… y te pasa a buscar.