Un verdadero terremoto político y urbano sacude a Necochea: el Ejecutivo envió al Concejo un pliego que entrega la Terminal de Ómnibus a un privado por nada menos que tres décadas, con una bomba escondida en letra chica: la posibilidad concreta de demoler total o parcialmente el edificio actual. La iniciativa, que ya empezó a analizarse en comisión, abre la puerta a una transformación total del predio, tanto en su fisonomía como en su explotación comercial.
El proyecto dibuja un mega-negocio sobre más de 15 mil metros cuadrados, donde el futuro concesionario manejará desde las dársenas y boleterías hasta locales comerciales, gastronomía y servicios, bajo un esquema de inversiones obligatorias, control municipal y un canon mensual millonario que arranca por encima de los $1,7 millones. En los papeles, se promete modernización, empleo y servicios mínimos garantizados; en los pasillos, se habla de una reconfiguración total del corazón del transporte local.
El punto más explosivo es la habilitación formal para tirar abajo la Terminal y reconstruirla desde cero, siempre que Planeamiento dé el visto bueno. La operación, impulsada por el gobierno de Municipalidad de Necochea, dejó a más de un concejal en alerta máxima: lo que está en juego no es solo un contrato, sino el control estratégico de uno de los puntos más sensibles de la ciudad durante los próximos 30 años. Y el debate recién empieza.