La reunión del Consejo Federal de Inversiones en Paraná parecía una foto de unidad… hasta que Axel Kicillof decidió sacar el sable y disparar contra el modelo libertario. Acusó al Gobierno nacional de abrir las fronteras mientras el mundo se atrinchera en guerras comerciales. ¿Resultado? Rogelio Frigerio recogió el guante y le devolvió el golpe con un pedido fulminante: “humildad, Axel… que ya estuviste y no dejaste precisamente un paraíso”.
Kicillof montó su propio alegato: dijo que el Gobierno está entregando la industria al dumping internacional, que ya se cerraron 13 mil fábricas y que el país va rumbo al desastre si sigue priorizando el mercado sobre la planificación. “Mientras Trump defiende su industria rompiendo reglas, acá firmamos acuerdos como si estuviéramos en Disneylandia”, lanzó, mientras Frigerio lo escuchaba con cara de póker.
Pero el entrerriano no se quedó callado. Le recordó que Argentina sigue siendo uno de los países más cerrados del planeta, y que la crítica fácil es tentadora cuando uno ya gobernó y la embarró. “No nos creamos dueños de la verdad”, remató. La cumbre, que debía hablar de inversiones, terminó siendo un ring con guantes de seda. Y en el fondo, todos los gobernadores pidiendo lo mismo: plata, rutas y obras… sin importar quién manda en la Rosada.