En una jugada que parece más un chiste de mal gusto que una solución real, el intendente Arturo Rojas decidió que el nuevo centro de emisión de licencias de conducir funcionará dentro del viejo supermercado Toledo, en 75 y 58. Sí, leyeron bien: donde antes elegías entre arroz o fideos, ahora vas a poder hacer trámites y pagar boletas. La excusa oficial es “necesitamos más espacio”, pero lo que sigue faltando es eficiencia, conectividad y un sistema que no trate al vecino como un postre que va de caja en caja.
Lejos de simplificar la vida del ciudadano, el municipio lleva años arrastrando quejas por el calvario que implica obtener una licencia: trámites desperdigados, pagos cruzados y tiempos eternos. Ahora prometen que en el Toledo todo estará “unificado”, como si el solo cambio de edificio fuera a resolver años de desorganización. La directora del Observatorio Vial ya advirtió que ni siquiera están dadas las condiciones técnicas para operar como corresponde. ¿Entonces? Todo parece más una movida de marketing que una mejora concreta.
Y mientras Rojas saca pecho con obras de iluminación y licitaciones de cartón pintado, la ciudad sigue reclamando por lo esencial: calles rotas, barrios sin servicios y vecinos que siguen esperando respuestas. Pero claro, siempre es más fácil cortar una cinta en un galpón vacío que encarar los verdaderos problemas. En Necochea, cada anuncio de gestión parece escrito por un creativo de Stand Up: causa más risa que soluciones.