En Necochea, los ladrones parecen tener más herramientas que un mecánico. Esta vez, la víctima fue una Toyota Hilux blanca que apareció desguazada y abandonada en la zona de la ribera, tras ser robada la noche anterior en la calle 56 al 3200. El dueño, un trabajador del campo, denunció el robo rápidamente, pero cuando la camioneta fue encontrada horas después, ya era una sombra de lo que fue: sin ruedas originales, sin batería, sin paragolpes, sin LED y sin alma.
Los delincuentes no se conformaron con llevarse partes visibles. El tablero fue reventado, el estéreo arrancado de cuajo y hasta intentaron meter mano en el sistema de distribución del motor. Como si fuera poco, también desapareció una pistola calibre 32 que estaba legalmente registrada a nombre del dueño y que había quedado dentro del vehículo. ¿Descuido o carnada? El dato se suma como ingrediente picante en una historia que ya tiene todos los condimentos.
La policía y el Centro de Monitoreo se encuentran analizando las cámaras de seguridad para intentar reconstruir la ruta de la Hilux desfigurada y dar con los autores del desarme exprés. Mientras tanto, en el barrio, el caso genera bronca y preocupación: no solo por la impunidad con la que operan los ladrones, sino por la precisión quirúrgica con la que dejan en huesos hasta los vehículos más robustos.