El Gobierno de Javier Milei encara hoy una sesión maratónica en Diputados con todo en contra. Los proyectos que la oposición quiere reflotar tocan nervios sensibles: jubilaciones, pensiones y fondos para provincias. Y aunque el oficialismo se vende como guardián del equilibrio fiscal, lo cierto es que no logra juntar los votos para bloquear un golpe que podría costarle caro en plena campaña.
La tensión con los gobernadores, los enojos por el cierre de listas y la presión de la calle ponen a los libertarios contra la pared. La oposición huele sangre: ya saborearon una victoria reciente con universidades y pediatría, y ahora buscan dejar al Presidente en ridículo rechazando vetos que él mismo firmó a pura lapicera. Todo esto a semanas de las elecciones, cuando cada voto vale oro y nadie quiere quedar pegado a una decisión impopular.
En juego está mucho más que números del PBI. Si Milei pierde esta pulseada, quedará como un líder debilitado incapaz de sostener sus propias decisiones. Si gana, será a costa de seguir tensando alianzas frágiles y de hipotecar su capital político. Mientras tanto, jubilados, discapacitados y provincias miran desde la tribuna quién se acuerda realmente de ellos, y quién solo defiende su silla en la campaña.