Como si el sillón viniera con cadena y candado, el Senado bonaerense acaba de dar luz verde a una reforma que permite a legisladores, concejales y consejeros escolares perpetuarse en el poder. En una votación que terminó empatada, fue la vicegobernadora Verónica Magario —sí, la mano derecha de Kicillof— quien desempató a favor del proyecto, activando el modo “reelección sin fin” para la clase política provincial. La iniciativa, impulsada por el cristinista Luis Vivona, echa por tierra los límites de mandatos aprobados durante la era Vidal.
La medida dejó al descubierto las grietas internas del oficialismo, con senadores como Federico Fagioli (Patria Grande) alzando la voz en contra. “No cuenten conmigo”, disparó en redes, marcando distancia de un proyecto que huele más a salvavidas de plomo que a reforma institucional. La bronca se hizo sentir en las bancas, pero también en la calle, donde crece el malestar de una ciudadanía que ya está harta de ver a los mismos nombres pegados a sus cargos como stickers.
Ahora el circo se muda a la Cámara de Diputados bonaerense, donde se jugará el segundo tiempo de esta pulseada por el poder eterno. Mientras tanto, un dato no menor: el proyecto de endeudamiento de Kicillof, que muchos temían que apareciera escondido entre líneas, quedó fuera de juego… por ahora. Pero ojo, que cuando se trata de política en Buenos Aires, los plot twists están a la orden del día.