Chicos varados, aulas vacías y una comunidad al borde del colapso educativo
En Ramón Santamarina, un pueblo que respira campo y educación, la alarma suena fuerte: la histórica Escuela Agraria está en peligro de desaparecer por una absurda traba burocrática. Desde La Plata, la Dirección de Transporte provincial mantiene congelado el expediente que permitiría sumar un cuarto colectivo para que decenas de chicos de Necochea puedan llegar a clases. ¿El resultado? Aulas con 6 alumnos donde debería haber 25, prácticas en el campo canceladas y una bomba de tiempo a punto de estallar.
El trámite, presentado en enero y validado por todas las instancias locales, fue devuelto en marzo con pedidos de más papeles (como si la educación dependiera de un sello más). Ahora, con el ciclo lectivo en marcha, los estudiantes siguen sin poder asistir. Desde el gobierno bonaerense deslizan que los chicos deberían ir a “la escuela más cercana”, ignorando que la formación agraria no se encuentra en cualquier esquina. ¿Una estrategia para vaciar lentamente la matrícula?
La comunidad ya se está organizando: docentes, padres y vecinos preparan una reunión de urgencia para visibilizar el conflicto. Porque si no llega el colectivo, lo que se apaga no es solo una escuela: es el motor del pueblo. Y si nadie actúa, como advirtió una fuente del lugar, “este año se cierra un curso, el año que viene otro… y después, se cierra todo”. Así, por culpa de una oficina en pausa, podrían dejar a toda una generación sin futuro.