Una noche que debía ser como cualquier otra terminó en un auténtico infierno para la familia Zunda. El incendio que arrasó por completo la concesionaria de motos de la calle 46 dejó el local reducido a chatarra y humo, con pérdidas totales que incluyen desde el techo hasta cada moto, computadora y mueble del salón. Pero en medio de las llamas, una sola certeza trajo alivio: “Mi hijo y su familia lograron salvarse”, contó Néstor Zunda, visiblemente golpeado por la tragedia.
El siniestro, que obligó a tres dotaciones de bomberos a trabajar durante horas, habría comenzado por un posible desperfecto eléctrico en una caja de distribución. Aceites, repuestos y todo tipo de mercadería inflamable alimentaron un fuego voraz que avanzó sin piedad. “Hay que empezar de nuevo”, dijo Zunda, quien ya piensa en reconstruir el techo como primer paso para levantar lo que quedó reducido a cenizas.
Mientras los bomberos removían escombros hasta bien entrada la madrugada, personal policial acordonaba la zona y los vecinos miraban con angustia. A pesar de las pérdidas totales, el comerciante lo tiene claro: lo material se recupera. Que su hijo, su mujer y los chicos hayan escapado a tiempo del departamento del fondo es, para él, el único milagro que importa.