Ni el triunfo arrasador de septiembre calmó las aguas en el peronismo. Axel Kicillof festejó sus casi 14 puntos de ventaja en la Provincia, pero Cristina Kirchner no le perdona haber adelantado los comicios. Según la expresidenta, su jugada le dio aire a un Gobierno tambaleante y arruinó la posibilidad de un “nocaut electoral” nacional. Desde su departamento en Recoleta, donde cumple prisión domiciliaria, Cristina observa los números que llegan: las últimas encuestas marcan que la ventaja bonaerense se achicó a apenas nueve puntos.
Del otro lado, en La Plata, Kicillof defiende su estrategia con los mismos datos en la mano. En su entorno aseguran que adelantar la elección fue lo que “sacudió al tablero” y puso a Milei contra las cuerdas. “Sin septiembre no había octubre”, repiten en la Gobernación, convencidos de que el golpe fue necesario para reanimar al peronismo. Según sus sondeos, la diferencia sigue entre siete y diez puntos, pero el temor a una remontada libertaria flota entre los intendentes, que esta vez no juegan con el mismo peso.
Mientras Cristina mide cada voto con lupa, Kicillof sueña con usar su bastión bonaerense como trampolín al 2027. Pero en el universo K nadie se anima a imaginarlo presidente: “Eso es ciencia ficción”, ironizó un camporista. El domingo promete más que una elección: será un round decisivo en la pelea interna más feroz del peronismo, con dos boxeadores en su propio rincón y un ring que ya tiembla en La Plata y Recoleta.