El reloj electoral marca la cuenta regresiva y el peronismo se juega todo en once provincias que concentran el 84% del padrón nacional. Desde Buenos Aires hasta Corrientes, el mapa se pinta de tensiones, traiciones y apuestas arriesgadas. En la provincia más poblada, el histórico bastión bonaerense, Jorge Taiana intenta mantener la ventaja sobre La Libertad Avanza tras el escándalo que sepultó a Espert. El justicialismo confía en sostener una diferencia de dos dígitos que le permita respirar, mientras Milei y su tropa libertaria buscan recuperar terreno con un discurso más combativo.
Pero no todo brilla en la liturgia peronista. Córdoba sigue siendo un desierto hostil para el PJ, aún marcada por la ruptura del 2008 con el kirchnerismo. Pablo Carro, candidato local, apenas logra rozar los dos dígitos en las encuestas. En contraste, Santa Fe y Tucumán parecen encender pequeñas luces de esperanza: Caren Tepp y Agustín Rossi se preparan para dar pelea hasta el final, mientras Osvaldo Jaldo promete “cortarle la melena al león” en una provincia que sigue firme con su tradición peronista.
Más al norte, Urtubey en Salta, Capitanich en Chaco y Britez en Misiones intentan levantar la bandera del justicialismo frente a un avance libertario que no da tregua. En CABA y Mendoza, el panorama es crudo: derrota casi asegurada. Sin embargo, los estrategas del PJ creen que si logran un triunfo sólido en Buenos Aires y se mantienen competitivos en el litoral, podrán salir con vida y reorganizar la tropa para el 2027. El peronismo, una vez más, se aferra a su viejo lema: “resistir para volver”.