Con bocinazos, carteles y bronca contenida, familias, prestadores y personas con discapacidad paralizaron Necochea para gritar lo que nadie quiere escuchar: el sistema está al borde del colapso. La protesta, que incluyó una caravana y corte frente al Municipio, fue mucho más que una marcha: fue un grito desesperado frente al abandono. ¿La razón? Aranceles congelados, pagos que no llegan y un Estado que, según los manifestantes, mira para otro lado mientras el sector se hunde.
Desde instituciones como Todo para Ellos y Casa Picto, hasta profesionales que no saben si podrán seguir atendiendo el mes que viene, la angustia fue total. “Nos están obligando a cerrar servicios esenciales. ¿Y después qué?”, disparó con crudeza Soledad Arana, una de las voces que encabezó la movilización. “El Estado tiene que garantizar los derechos, pero nos dejaron solos”, agregó, apuntando a años de abandono político hacia un sector históricamente invisibilizado.
La escena fue clara: la discapacidad dejó de ser una estadística para convertirse en un reclamo feroz en el corazón de la ciudad. La exigencia: una Ley de Emergencia que frene el naufragio. La pregunta que quedó flotando: ¿esperarán los funcionarios a que el sistema colapse por completo para hacer algo, o esta vez reaccionarán antes del desastre?