Mientras las calles de La Dulce se deshacen tras cada lluvia y los vecinos siguen esquivando pozos como si jugaran al TEG en vivo, el municipio intenta vendernos una historia de “progreso” con un par de luces LED y pintura en los postes. Bajo la batuta del delegado Miguel Farías y con la bendición del intendente Arturo Rojas, se pusieron en marcha “obras” que más parecen maquillaje de campaña que soluciones reales. Tosca mal distribuida, promesas en modo loop y ninguna respuesta concreta a los reclamos de fondo.
La Avenida 41 recibió unas pasadas de máquina que, según los vecinos, ya necesita una nueva visita antes de terminar la anterior. Y mientras se anuncia con bombos el cambio de luminarias en la entrada de la localidad, la inseguridad vial y el abandono de caminos rurales siguen sin resolverse. Las mejoras “proyectadas” en el cementerio, la plaza y la Unidad Sanitaria parecen más parte de un PowerPoint que de un plan de acción real.
Desde la comuna repiten que “hay máquinas en la zona” y que “se va a recorrer lo crítico”, pero lo cierto es que La Dulce lleva años esperando soluciones estructurales. A pocos meses de las elecciones, todo suena a puesta en escena. Pintura fresca para tapar el desgaste de una gestión que llega tarde y promete mucho… cuando hay cámaras cerca.