Con cada vez más ballenas merodeando las costas argentinas, la Prefectura Naval encendió las alarmas y activó nuevas medidas para proteger a estos gigantes marinos antes de que se conviertan en víctimas de la imprudencia náutica. En la zona comprendida entre el arroyo La Tigra y el sur del Faro Claromecó, la presencia de cetáceos se multiplicó y, ante los riesgos de colisiones fatales con embarcaciones, se establecieron reglas estrictas para evitar una tragedia acuática.
La nueva normativa es clara: a menos de 50 metros, ni se acerquen. Se delinearon zonas de exclusión, observación y precaución, junto con la orden de reducir la velocidad a paso de caracol (menos de 5 nudos) en caso de avistaje. Todo aquel que se cruce con una ballena deberá reportarla de inmediato a Prefectura. ¿Chocaste una? A agarrar el VHF o el teléfono: el número 106 se vuelve tu línea directa con el mar.
Y no se salva nadie: desde kayakistas hasta amantes del stand up paddle, pasando por kitesurfistas y buzos, todos bajo la lupa. Queda terminantemente prohibido perseguir, acercarse o intentar interactuar con los cetáceos. El mensaje es claro: las ballenas no son mascotas ni atracciones turísticas flotantes. Quienes violen las distancias mínimas podrían terminar con la embarcación dañada, una multa salada o, peor aún, en el fondo del ranking de conciencia ambiental.