¡Milagro en el Polideportivo Yelpo! Después de meses (¿años?) de abandono digno de película de terror, el Municipio decidió que era hora de desempolvar brochas, cortar el pasto y mostrar algo de movimiento en el predio. Todo esto, por supuesto, en el marco de ese mágico fenómeno conocido como “se acercan las elecciones”, donde hasta la pintura vieja se vuelve promesa nueva.
Desde la Dirección de Servicios Públicos —ese rincón de la administración que solo se activa cuando hay cámaras cerca— anunciaron con entusiasmo casi épico que se pintaron vestuarios, se arreglaron cañerías, se demarcaron veredas y hasta se limpiaron desagües. Claro, todo justo para los Juegos Bonaerenses… que, por esas cosas del destino (y la falta de previsión), se suspendieron por lluvia. Pero eh, ¡la pista quedó divina para no usarse!
Como frutilla del postre, pusieron en valor los bancos de suplentes y limpiaron los alrededores. Lo mínimo e indispensable, pero con la épica de una obra pública internacional. El problema no es que lo hagan… el problema es que lo hacen sólo cuando hay que maquillar el desastre. Porque en Necochea, mantener un espacio público parece un lujo preelectoral, no una responsabilidad cotidiana.