Los hoteleros locales cruzan los dedos y miran al cielo con esperanza… o resignación. Las expectativas para esta Semana Santa son más frías que el viento del mar en otoño. Con consultas escasas y reservas que no levantan vuelo, el termómetro del turismo marca “tibio tirando a helado”. “Todo muy tranquilo”, repiten los comerciantes, mientras el pronóstico del tiempo se convierte en el nuevo oráculo de la temporada.
Ni siquiera las ofertas ni el siempre bienvenido “turismo de cercanía” logran encender la chispa. Desde hoteles hasta alquileres en la primera línea de Quequén, la mayoría reporta movimiento lento, pasajes con poco vuelo y apenas algunas consultas de último momento. ¿El gran culpable? El clima. “La gente decide mirando el pronóstico en el celu”, afirman con resignación quienes todavía esperan un repunte de último minuto.
A pesar del escenario flojo, desde el municipio apuestan al optimismo con una agenda variada: vía crucis, recitales, juegos para chicos y eventos deportivos. Pero la fe oficial choca con la realidad: Semana Santa parece venirse con más nubes que turistas. ¿Se salvará alguno con reservas de último segundo? Sólo San Pedro lo sabe.