El gobierno mexicano, encabezado por Claudia Sheinbaum, enfrenta su primer gran desafío en el ámbito migratorio tras el inicio del mandato de Donald Trump en Estados Unidos. La amenaza de deportaciones masivas, que busca repatriar a 11 millones de migrantes, ha encendido las alarmas en México, donde ya se han instalado campamentos temporales para recibir a los primeros grupos de deportados. Desde Tijuana hasta Ciudad Juárez, las autoridades trabajan a contrarreloj para brindar asistencia básica a millas de personas que llegarán en los días próximos, incluyendo no solo mexicanos, sino también migrantes de América Central, Haití y Venezuela.
Sheinbaum ha asegurado que su administración tiene un plan integral para enfrentar esta crisis, denominado “México te abraza”, que incluye la creación de albergues, la implementación de protocolos de recepción en puntos fronterizos y el fortalecimiento de la red consular mexicana en Estados Unidos. Además, los repatriados recibirán apoyo económico inicial, acceso a servicios de salud y becas educativas. Sin embargo, expertos señalan que los recursos actuales podrían no ser suficientes para atender a los deportados ya los cerca de 300.000 migrantes varados en territorio mexicano, muchos de los cuales intentan ingresar ilegalmente a Estados Unidos tras la cancelación de programas humanitarios.
A la compleja situación migratoria se suma el impacto económico y político de las políticas de Trump, que incluyen la amenaza de aranceles a productos mexicanos y la designación de carteles de drogas como organizaciones terroristas. Pese a estas tensiones, Sheinbaum confía en llegar a acuerdos con el gobierno estadounidense, mientras busca mitigar el impacto de las deportaciones en el país y proteger a los connacionales. “Estamos listos para apoyar a nuestros ciudadanos y buscar soluciones conjuntas”, afirmó, aunque el camino por delante sigue siendo incierto y lleno de retos.