En La Dulce la paciencia tiene nombre y apellido: los vecinos, que llevan seis años rogando mejoras en sus calles, por fin ven movimiento de obras. Esta semana el municipio arrancó con trabajos de desagüe en la esquina de calles 31 y 10, un punto que cada lluvia convertía en laguna y que dejaba a varias casas bajo agua.
Las tareas incluyen 400 metros de canalización y nuevas alcantarillas para que el agua no quede estancada. A eso se suma el entoscado de calles, algo que debería ser básico pero que recién ahora llega. Los vecinos, que tantas veces reclamaron, miran con una mezcla de alivio y fastidio: el recuerdo de seis años de espera todavía pesa.
Desde el EMSUR aseguran que los trabajos forman parte de un plan integral de mantenimiento urbano. Pero en La Dulce el comentario es otro: “recién se acordaron de nosotros después de tanto tiempo”. Ahora la incógnita es si las obras alcanzarán para ponerle fin a un problema que, durante años, fue ignorado.