No pasó ni una semana desde que bajaron las banderas electorales y el municipio ya salió con todo a la ruta. Controles en los accesos, autos parados, multas a la orden del día y un despliegue de policías y agentes municipales que parece más pensado para llenar las arcas vacías que para frenar el delito.
Los operativos se multiplican en las rutas 228, 88, 227 y 86, además de las avenidas principales. Desde el despacho oficial hablan de “prevención” y “trabajo en conjunto con las fuerzas de seguridad”, pero los vecinos no se la creen: lo ven como la caja rápida que necesita el intendente para recuperar lo que se gastó en afiches, actos y promesas de campaña.
Mientras el Centro de Monitoreo muestra estadísticas de “éxito”, la realidad es que los bolsillos de los ciudadanos vuelven a ser el blanco fácil. Una postal conocida: el intendente gasta en campaña y después lo paga la gente, con su tiempo, sus autos parados y, claro, con su plata.