El intendente Arturo Rojas no pudo escapar al golpe de realidad en las urnas y salió a dar explicaciones con sabor a derrota. Desde el búnker de Nueva Necochea, intentó justificar el batacazo electoral asegurando que “la campaña se nacionalizó” y que eso perjudicó a su espacio. Lo cierto es que, tras años de promesas, la gente le dio la espalda y eligió otra opción.
Con tono cansado, Rojas habló de “autocrítica”, de “redoblar esfuerzos” y hasta felicitó a sus rivales, pero nada alcanzó para maquillar el fracaso. La ciudadanía le pasó factura por una gestión que no convenció y por una campaña sin rumbo. Mientras él buscaba excusas en la polarización nacional, los vecinos fueron claros en su mensaje: basta de más de lo mismo.
Matías Sierra, su alfil en la lista, también intentó poner el cuerpo diciendo que seguirán “con la oficina móvil” y apelando al consenso en el Concejo. Pero en el aire quedó la sensación de un oficialismo golpeado, que no supo leer la bronca social y ahora deberá gobernar con el sello de la derrota estampado en la frente.