Necochea volvió a despertar con una postal cada vez más repetida: inseguridad en aumento, vecinos indefensos y un Estado que llega tarde (o ni llega). Esta vez, el escenario fue la zona de avenida 59 y calle 80, donde tres adolescentes fueron sorprendidos por un delincuente encapuchado que, sin mediar palabra, sacó un arma y les arrebató los celulares en plena madrugada. El ladrón, tan rápido como apareció, huyó a pie por calle 80 rumbo a la 57. ¿Lo agarraron? Por supuesto que no.
Los chicos, en estado de shock, lograron alertar a una estación de servicio cercana desde donde llamaron al 911. En minutos, llegaron los patrulleros del Comando, pero el sospechoso ya había desaparecido como un fantasma. Ahora la Policía “investiga de oficio” y busca cámaras de seguridad que tal vez ni funcionen, en un operativo que suena más a trámite burocrático que a verdadera persecución del delito. El expediente fue derivado a la Fiscalía, donde seguramente dormirá el sueño de los justos, como tantos otros.
Mientras tanto, el gabinete técnico operativo de la Comisaría Primera revisa grabaciones y hace actas que terminan apiladas en escritorios, mientras la ciudad sigue siendo tierra liberada para los delincuentes. A las 5:30 de la mañana, tres menores caminaban por Necochea y terminaron siendo víctimas de un asalto con arma de fuego. El dato no es solo policial, es político. Porque cada celular robado es otra señal de una gestión municipal que prefiere las fotos y las promesas, mientras los vecinos caminan mirando para todos lados… por miedo.