Parece una escena sacada de una comedia absurda, pero es real y duele: un camión de basura de la empresa Relisa quedó literalmente tragado por una calle de Quequén que, más que una vía de tránsito, parece un campo de batalla post lluvia. El lugar del desastre fue el ya tristemente célebre pasaje 541 bis, donde días antes se habían “arreglado” —y vaya uno a saber qué significa eso en lenguaje municipal— unos caños cloacales. Resultado: más barro, más roturas y un camión atrapado como símbolo del colapso que ya nadie se molesta en disimular.
Los vecinos, hartos de vivir sobre tierra blanda y promesas endebles, denunciaron que primero la Usina y ahora el camión de residuos se sumaron a la lista de vehículos víctimas del abandono. Cada paso por esa calle es una ruleta rusa de barro, pozos y conexiones mal hechas que revientan con la primera rueda pesada que se atreve a cruzar. Y lo peor: no hay calle alternativa, no hay respuestas concretas, no hay solución a la vista. Solo cintas de peligro rodeando pozos que parecen sacados de un cuento de terror municipal.
Desde el Municipio, la respuesta fue tan dura como el suelo que falta: “No se puede hacer nada”. Una frase que resume la política de abandono que padecen los barrios de Quequén desde hace años. Mientras se remozan veredas en la zona céntrica para la foto, los barrios siguen esperando que alguien —algún día— recuerde que también son parte de la ciudad. Mientras tanto, la basura no solo se recolecta: también se hunde.