Con bombos y platillos, el Municipio de Necochea anunció que en apenas dos semanas logró resolver “más de 340 reclamos” sobre agua y cloacas. Sí, leyó bien: 340 reclamos en 14 días. ¿Hay que aplaudir? Tal vez, pero más bien parece un intento desesperado por maquillar años de abandono. Porque si hay tantos reclamos en tan poco tiempo, el problema no es la eficiencia… es el desastre que venían dejando pasar.
Desde el EMSUR, con Adrián Furno al frente, se jactan de haber tapado pérdidas, destapado caños y cambiado antenas como si fueran trofeos. Mientras tanto, los vecinos de Quequén, el Barrio 16 Viviendas y otras zonas siguen rogando por presión en las canillas y por calles que no huelan a cloaca. Intervenciones “estructurales” y “obras de extensión” que llegan tarde, mal y con parches más políticos que hidráulicos.
Las cifras son bonitas sobre el papel: metros de PVC por aquí, cámaras de registro por allá, y cableado nuevo para el monitoreo remoto. Pero los que viven la realidad saben que el agua llega a cuentagotas y las cloacas revientan con cada lluvia. Si el Municipio necesita notas para justificar su trabajo, tal vez debería arrancar por lo básico: que abrir la canilla o tirar la cadena no sea un acto de fe.