Mientras las luces del boliche My Life brillaban como cada fin de semana, una adolescente de 16 años terminaba inconsciente, drogada y hospitalizada tras una fiesta de despedida. El episodio, ocurrido el sábado 5 de julio, no solo sacudió a sus compañeros y familiares, sino que volvió a poner el foco sobre una pregunta incómoda: ¿dónde están los controles municipales cuando más se los necesita?
El caso se viralizó en redes sociales gracias al mensaje desesperado de sus amigos, que alertaban sobre cómo a las chicas “las drogan para abusar o filmarlas”. El testimonio de la madre fue devastador: la encontró desmayada en un baño, sin reaccionar, y la llevó de urgencia al hospital municipal. Allí, según personal del lugar, “esto pasa siempre”. ¿Siempre? ¿Y nadie del municipio lo ve? ¿O prefieren mirar para otro lado?
La gestión de Arturo Rojas, una vez más, se muestra ausente en los temas que realmente importan. Mientras se sacan fotos inaugurando bicisendas, los boliches siguen operando como si fueran tierra de nadie. Este no es un hecho aislado, es un grito desesperado de una comunidad que pide controles reales y un Estado presente. Pero en Necochea, la noche está cada vez más oscura… y la Municipalidad sigue apagando la luz.