En una jugada inesperada, la Fiscalía dio marcha atrás con el pedido para que Cristina Fernández de Kirchner cumpla su condena de seis años por la causa Vialidad en una cárcel común. A minutos de iniciarse la audiencia clave, el fiscal Mario Villar levantó la mano, pero no para acusar: desistió de mandarla al penal y, en su lugar, se mostró conforme con la prisión domiciliaria, siempre que se mantenga dentro de los límites… de su departamento.
Aunque CFK seguirá disfrutando del confort de su piso en Monserrat —y del balcón desde el que suele saludar como en un acto de campaña—, el fiscal pidió, eso sí, que se le busque una nueva ubicación para cumplir su detención, argumentando molestias a los vecinos y riesgos de seguridad. Además, remarcó que la tobillera electrónica debe seguir firme, como mínimo hasta que un informe diga lo contrario.
La decisión de otorgarle la domiciliaria fue del Tribunal Oral, que consideró su edad y el intento de asesinato que sufrió en 2022 como razones para evitar el encierro carcelario. Sin embargo, lo que se presenta como una medida excepcional ya empieza a parecer una suite con beneficios VIP, visitas sin control y paseos por el balcón incluidos. Todo mientras miles de argentinos siguen esperando que, alguna vez, la Justicia deje de hacer equilibrio entre el Código Penal y el decorado de la impunidad.