Santa Teresa, ese rincón paradisíaco de Costa Rica donde la arena se funde con la libertad, fue también el último escenario en la historia de Maia Esteban, una joven de Necochea que eligió vivir el presente con intensidad. Apasionada por la naturaleza, los animales, la fotografía y la buena vibra, “La Negra”, como la conocían todos, falleció trágicamente el fin de semana pasado tras un accidente en moto. Había salido de una despedida entre amigos y nunca volvió. La encontraron malherida y, pese a los intentos por salvarla, murió en la ambulancia camino al hospital.
Maia había hecho de ese rincón costarricense su hogar desde hacía más de seis años. Allí no solo surfeaba y celebraba la vida, sino que también ayudaba en tareas comunitarias, cuidaba animales y contagiaba su alegría en cada paso. En redes sociales, amigos de todo el mundo la recordaron como una fuerza de la naturaleza, una artista del momento, una “coleccionista de domingos” que no temía vivir “como si fueran solo dos días”. Su Instagram, ahora convertido en altar digital, la muestra entre tatuajes, olas y abrazos.
Detrás del dolor, su familia inició los trámites de repatriación del cuerpo y pidió respeto en este momento tan duro. Mientras tanto, en Necochea y en decenas de playas, montañas y ciudades donde Maia dejó su huella, se multiplican las despedidas, los homenajes y los mensajes de amor. Porque cuando alguien vive tan intensamente, su ausencia no es silencio: es eco, es huella, es memoria viva.