Mar del Plata, la perla de la costa atlántica, vivió un fin de semana largo más parecido a un martes de invierno: camas vacías, playas desiertas y comercios con las persianas a medio abrir. Según datos de la provincia, la ocupación hotelera se desplomó 20 puntos en comparación con el mismo período del año pasado. Augusto Costa, el ministro de Producción bonaerense, no se guardó nada y le apuntó directo al Gobierno Nacional: “el ajuste está vaciando los hoteles y los bolsillos de los argentinos”.
Pero el derrumbe no fue solo en “La Feliz”. Villa Gesell, Pinamar, Tigre y hasta el Partido de la Costa también sintieron el golpe: la gente no fue y la que fue, gastó poco y nada. Costa fue tajante: “La gente no viaja porque no le alcanza, y el Estado nacional ni siquiera disimula su abandono”. Como si fuera poco, alertó que la crisis también golpea al turismo receptivo, mientras crece la fuga de viajeros al exterior. ¿Resultado? Menos laburo, menos consumo, más recesión.
“La Argentina se está convirtiendo en un país cerrado… pero para los argentinos”, disparó el funcionario de Kicillof, visiblemente molesto. Y cerró con un dardo más al corazón del modelo libertario: “El turismo es identidad y trabajo. Si siguen ajustando así, el derecho al descanso se va a convertir en un lujo para pocos”.