Más de 350 reclamos en apenas 13 días y el intendente Arturo Rojas lo vende como un logro. Lo que para cualquier gestión sería motivo de alarma, en Necochea se celebra como una gesta heroica. Bajo el relato de un “trabajo silencioso pero esencial”, la Municipalidad intenta tapar con notas de prensa lo que no puede tapar con tapas de alcantarilla: una ciudad desbordada de problemas básicos.
Cloacas que revientan, agua que no llega y calles que se hunden al ritmo del pavimento vencido. La “respuesta” de Rojas: un ejército de obreros municipales apagando incendios estructurales con baldes. Reparaciones parche sobre parche, sin planificación, sin renovación real de redes, sin inversión estratégica. Y mientras tanto, la ciudad se sumerge entre olores nauseabundos y vecinos que tienen que aprender a convivir con la mugre.
Ni hablar de las famosas extensiones de red o las mejoras eléctricas en pozos: las obras llegan tarde, mal, o nunca, y solo parecen activarse cuando hay que inflar un parte de prensa. Lo cierto es que los reclamos siguen creciendo y la infraestructura se cae a pedazos. Pero para el intendente, todo es pintura fresca y sonrisas frente a cámara. El agua corre, sí… pero no donde debería.