Cristina Fernández de Kirchner está a punto de enfrentar su peor pesadilla: la Corte Suprema podría confirmar hoy su condena a 6 años de prisión por corrupción en la Causa Vialidad. Mientras los jueces Rosatti, Rosenkrantz y Lorenzetti se preparan para firmar el fallo que podría enterrar su carrera política para siempre, en la sede del PJ ya no se habla de elecciones, sino de celdas y tobilleras electrónicas.
La expresidenta no se quedó de brazos cruzados: convocó de urgencia a una cumbre partidaria en Matheu, donde lanzó una frase de manual peronista: “Estar presa es un certificado de dignidad”. Pero puertas adentro, reina el caos. Si la Corte le baja el martillo, el expediente volverá a Comodoro Py, donde el TOF 2 activará el pedido de arresto domiciliario. Se baraja notificarla en Río Gallegos o en su bunker de San Telmo, pero lo cierto es que el reloj corre y la celda espera.
Con su candidatura a legisladora bonaerense por la tercera sección a punto de evaporarse, el kirchnerismo analiza un grito desesperado: denunciar la decisión en tribunales internacionales y movilizar a la militancia. Pero esta vez, ni los bombos ni las banderas podrían salvarla. Cristina podría pasar de jefa del PJ a reclusa VIP… y todo en cuestión de horas.