En un despliegue más cercano a un recital de rock que a una cumbre política, Axel Kicillof se prepara para cerrar su plenario “Movimiento Derecho al Futuro” en La Plata con más de 10.000 seguidores y toda su tropa en escena. El gobernador bonaerense, decidido a convertirse en el nuevo faro del kirchnerismo, usará el evento como vidriera de campaña y como misil directo contra Javier Milei. En un camping sindical y rodeado de carpas temáticas, intendentes obedientes, y ministros leales, Kicillof intentará mostrar poder… mientras el peronismo se desangra entre internas y codazos por las listas.
El exministro de Economía buscará posicionarse como el salvador de un peronismo en ruinas, pero el timing no lo acompaña: el evento ya fue postergado por tormentas, y ahora se ve opacado por los cuchillos volando entre La Cámpora y su círculo más íntimo. Mientras Cristina prepara una entrevista televisiva que puede dinamitar cualquier acuerdo, los fieles de Axel pisan el acelerador con discursos que suenan más a ultimátum que a unidad. “Queremos más lugares en las listas”, deslizó Bianco, encendiendo la mecha en el búnker cristinista.
Con carpas temáticas que van desde salud mental hasta fiscalidad, pasando por cultura, agro, seguridad y jubilaciones, el evento promete ser una kermés ideológica con poca autocrítica y muchas ausencias estratégicas del ala camporista. Kicillof será el único orador, rodeado de intendentes que firmaron un manifiesto de lealtad mientras el acuerdo con CFK tambalea. ¿Unidad? Por ahora, solo en los discursos. En los hechos, cada sector afila su puñal. Y Axel, fiel a su estilo, juega a todo o nada con una foto gigante… y con el silencio de Cristina como telón de fondo.