Mientras el mundo mira a Roma con ojos de incienso y misterio, Necochea se da el lujo de decir: “ese que está votando al próximo Papa, toma mate en la costa con nosotros”. Se trata de Vicente Bokalic, arzobispo de Santiago del Estero y uno de los cuatro cardenales argentinos que forman parte del cónclave en el Vaticano. Pero cuando no está entre muros sagrados, este hombre de sotana sencilla elige veranear en la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, bien cerquita del mar, entre vecinos, cumpleaños y charlas parroquiales.
Bokalic no hace turismo de lujo ni se esconde detrás de solideos brillantes. Según cuentan los fieles de Lourdes, es común verlo en ojotas, sin cruz pectoral y saludando a todo el mundo como si fuera un vecino más. Incluso se lo ha visto en marisquerías, ayudando con la bandeja y cebando mate como un campeón. Tiene amigos de toda la vida en la ciudad y hasta avisó que, si Dios quiere y el humo blanco lo permite, piensa volver el próximo verano.
Detrás de esa humildad, sin embargo, hay un peso pesado de la Iglesia. Fue hombre de confianza de Jorge Bergoglio cuando era arzobispo de Buenos Aires, lo siguió hasta Santiago del Estero y hoy se sienta junto a otros príncipes de la Iglesia para decidir quién llevará el anillo del pescador. ¿Será Bokalic uno de los que incline la balanza en el cónclave? En Necochea ya lo saben: si hay un Papa nuevo, es muy probable que lo haya decidido alguien que conoce la Rambla como la palma de su mano.