El exintendente Facundo López reapareció con un llamado tan insólito como calculado: pidió que Arturo Rojas convoque a sus antecesores para salvar las cuentas del municipio. Sí, los mismos que dejaron su huella en el rojo histórico de Necochea desde 1983. Con tono de consejero y cuchillo bajo el poncho, López no se guardó nada: “Rojas tiene el poder de convocarnos”, dijo, al tiempo que lo apodó con humor “camaleón político” por su habilidad de pasar del macrismo al kirchnerismo sin despeinarse.
Los números no mienten (aunque duelen): una deuda flotante de $6 mil millones, más mil millones de una cuenta misteriosa, y un pasivo que hace crujir las arcas municipales. Con ese panorama, López propuso un “pacto de salvación” con todos los ex que supieron padecer —y agravar— el mismo infierno fiscal. Pero el verdadero golpe de efecto llegó con su análisis de la interna en Nueva Necochea: fracturas, fugas y una tropa que ya no le responde al intendente, a quien acusa de haber abandonado sus propias banderas ideológicas.
Y como si todo eso fuera poco, el exjefe comunal tiró más leña al fuego nacional: disparó contra las reelecciones indefinidas, defendió la unidad peronista con sabor a trago amargo, y lanzó un diagnóstico lapidario sobre el votante local: “Están hartos de todos nosotros”. Aunque dijo que no piensa volver a candidatearse, dejó la puerta entornada con una sonrisa. Porque si algo le sobra a López —además de archivo— es olfato político.